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LA UBA FIRMÓ UN CONVENIO PARA RETENER EN EL PAÍS A SUS MEJORES INVESTIGADORES

Para potenciar y retener en el país a los mejores investigadores nacionales, la Universidad de Buenos Aires (UBA) firmó ayer un convenio marco con la Sociedad Max Planck, una prestigiosa institución científica alemana. Esta institución apoyará a graduados de esa casa de estudios con becas para que hagan en el exterior sus doctorados y posdoctorados, y luego regresen a la Argentina para continuar sus investigaciones.

“Se generará un círculo virtuoso: el investigador que sea seleccionado con su proyecto para formarse en Max Planck luego regresará al país. Y acá, además de continuar con sus investigaciones, dará clases en la UBA, donde instruirá a nuevos alumnos”, dijo Alberto Barbieri, rector de la universidad, y agregó que se espera agrandar la masa de investigadores trabajando en el país.

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Max Planck es una asociación de instituciones de investigación científica, no gubernamental y sin fines de lucro, que es financiada por el gobierno alemán. Creada en 1948, acumula 18 premios Nobel. Hoy cuenta con unos 22.000 investigadores.

Los temas de investigación y los científicos que serán apoyados surgirán de una selección de común acuerdo entre la UBA y Max Planck, en función de la relevancia estratégica de las propuestas. Sin embargo, ya hubo una coincidencia en la importancia de desarrollar algunas áreas, como la ingeniería, la agronomía, la farmacia y la bioquímica.

Además, se contempla realizar un intercambio de estudiantes y docentes en ambas direcciones.

Luego, Max Planck accedió a subsidiar la repatriación y las investigaciones de Froimowicz con la condición de que se creara en el país un laboratorio adecuado y se presentara como garante un socio muy calificado. Ese socio será el Instituto de Tecnología en Polímeros y Nanotecnología (ITPN), dependiente del Conicet y de la UBA. Y el laboratorio se abrirá en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU).

Froimowicz recibirá de la asociación alemana un subsidio de 100.000 euros para continuar su trabajo con materiales estímulo-responsivos, como los polímeros inteligentes. “Estos materiales, con capacidad de autorrepararse en caso de sufrir un daño, tienen una alta resistencia a deformaciones por choques, son ignífugos y no generan humo”, señaló. Froimowicz explicó que su aplicabilidad abarca desde juguetes hasta la industria aeroespacial porque son resistentes a radiaciones.

“Estos polímeros funcionan como la piel humana, que es capaz de reconstituirse”, agregó la ingeniera Analía Vázquez, directora del ITPN.

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